Los perros en invierno,
al igual que los gatos, se adaptan a los cambios de temperatura. La
Dra. Maria Grazia Calore, doctora veterinaria y especialista en el comportamiento de animales domésticos, nos instruye sobre los cambios fisiológicos y de comportamiento que posiblemente observemos en el mejor amigo del hombre, y también nos da algunos consejos útiles.
¡Brrr, qué frío!
En el imaginario colectivo, los perros, a diferencia de
los felinos domésticos tan aficionados a dormir, no disminuyen su actividad cuando llegan las estaciones frías. Pero, en realidad, es preferible no generalizar: por ejemplo, un perro que viva en el exterior probablemente aumentará su apetito, ya que para mantener una temperatura corporal estable en invierno necesita más calorías.En general,
un perro de talla grande, con un pelaje abundante en sus capas exteriores como en sus capas interiores, resistirá sin problemas el descenso de la temperatura: se mostrará más activo y no rehuirá correr al aire libre, o incluso tomar un baño, aunque haga viento. Por el contrario,
un perro pequeño y de pelaje corto probablemente se mostrará más afectado por la llegada del frío: se volverá más perezoso, mostrará menos interés por salir al exterior, y expresará su incomodidad a través de
temblores musculares (estos a su vez le ayudan fisiológicamente a elevar su temperatura corporal). Particularmente,
los cachorros y
los perros de mayor edad suelen ser los que tienen más dificultades para mantener una temperatura corporal constante. Para ellos la exposición prolongada al frío puede significar el riesgo de una hipotermia, y en los casos más extremos, de muerte.
Algunos consejos para ayudar a nuestros amigos
Entonces, ¿qué podemos hacer para que nuestros perros soporten mejor el invierno? A los más frioleros, podemos ponerle un
abrigo impermeable u ofrecerles una
casa de perros con aislamiento térmico, si duermen afuera. También es conveniente hacer
que su pelaje se seque bien cuando vuelvan de un paseo, pues la humedad acelera la pérdida de calor, haciendo que el frío se vuelva más agudo y peligroso. Otra precaución que podemos tomar consiste en sacarlos a pasear al mediodía (la hora menos fría del día), así como optar por
salidas más cortas pero más frecuentes. Debemos evitar someter a nuestras mascotas a
cambios bruscos de temperatura, por ejemplo, entre el interior y el exterior; esto puede provocarles tos y aumento en las secreciones nasales, entre otras consecuencias de un resfriado. Y si nieva, no hay que olvidar que algunos perros tienen
patas muy sensibles: la sal industrial que se usa para evitar que los caminos y aceras se hielen, puede provocarles irritaciones en la piel. En ese caso, no es una mala idea que usen zapatos para perros.Foto: Elena Shamilova